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Con la bioeconomía, desarrollar la Amazonia y preservar el planeta
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Detener el deterioro medioambiental requiere combinar la preservación de los ecosistemas con el progreso económico y social. La Amazonia, el bosque pluvial más grande del mundo, y sus poblaciones se encuentran desde hace mucho tiempo en el centro de esta dualidad. Los avances en la bioeconomía, que utiliza recursos biológicos renovables, ofrecen nuevas perspectivas, mientras Brasil se prepara para albergar la COP30 en Belém, en el estado de Pará, en noviembre de 2025.
En un contexto de alerta climática mundial, los presidentes Lula y Emmanuel Macron firmaron en 2024 un acuerdo de cooperación entre Brasil y Francia. En la misma línea, la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD) financia iniciativas y proyectos de bioeconomía en la Amazonia.
La bioeconomía es un modelo económico basado en el uso de recursos biológicos renovables (plantas, animales, microorganismos, residuos orgánicos) para producir alimentos, energía, materiales y productos químicos, limitando el uso del petróleo. Por ejemplo, se puede producir plástico a partir del almidón.
En noviembre de 2024, el grupo AFD puso en marcha el programa AMABIO para apoyar las inversiones sostenibles y respaldar la iniciativa franco-brasileña. Este modelo basado en los recursos naturales renovables favorece la creación de empleo, los ingresos locales y la protección de la biodiversidad.
«Estamos dando pasos importantes en la protección de la biodiversidad amazónica, al comprometernos plenamente con el desarrollo de la bioeconomía y con la cooperación entre Brasil y Francia para alcanzar los objetivos climáticos mundiales, poniendo en valor el papel central de las poblaciones locales, actores clave de este proceso», declara Dominique Hautbergue, director de la AFD para Brasil y el Cono Sur.
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Apoyar las iniciativas locales a través de los bancos brasileños
Uno de los principios del programa consiste en apoyar a los bancos públicos regionales de desarrollo para canalizar recursos hacia iniciativas sostenibles y locales. En este contexto, la AFD firmó en 2024 un primer préstamo de 80 millones de euros con el Banco da Amazonia (BASA). En febrero de 2025, la firma de una subvención de 2 millones de euros (aproximadamente 13 millones de reales) con el BASA marca el inicio de un apoyo concreto a proyectos innovadores en bioeconomía y transformadores para las poblaciones amazónicas.
Estas inversiones apoyan a productores, empresas y comunidades locales en proyectos colectivos: cooperativas, startups, iniciativas medioambientales o acciones impulsadas por poblaciones tradicionales, generando empleo e ingresos. El programa también trata de movilizar al sector privado en torno a la preservación del clima y la biodiversidad.
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Fomentar la «sociobiodiversidad»
Para una bioeconomía eficaz en la Amazonia, es necesario prestar atención a los circuitos socioeconómicos existentes. Ejemplo: la cosecha de açaí, con 1,6 millones de toneladas en 2023 y una facturación de 8000 millones de reales, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
El cultivo del açaí, tradicional en las tierras amazónicas, es un ejemplo típico de «sociobiodiversidad», es decir, una biodiversidad utilizada, gestionada y potenciada por los pueblos indígenas, las comunidades agrícolas, forestales o ribereñas, que viven en estrecha interacción con su entorno.
Al igual que otros productos de la sociobiodiversidad, este sector se enfrenta a una serie de retos: trazabilidad, profesionalización, remuneración justa, lucha contra el extractivismo depredador y adopción de prácticas sostenibles. Superar estos retos implica un fuerte compromiso por parte de los gobiernos y la comunidad internacional a través de una estrategia de apoyo a la bioeconomía y la puesta en valor de la biodiversidad.
Pequeños productores: socios y protagonistas
En febrero de 2025, la mesa redonda «De lo local a lo global: trayectorias para la bioeconomía en la Amazonia» reunió en Belém a expertos, administradores públicos y organizaciones para debatir las posibles trayectorias en la región.
Entre los retos figura la integración eficaz de los beneficiarios a través de circuitos cortos, la agricultura familiar y los pequeños productores. Esto supone hacer frente a varios desafíos: regularización de la propiedad de la tierra, formación, formalización de los actores de la sociobiodiversidad, acceso al crédito y gestión de las presiones del mercado sobre los recursos naturales.
«Es fundamental que la financiación respalde proyectos y garantice beneficios equitativos para las comunidades que viven en el bosque y gestionan los recursos. Esto les permitirá producir y vender de forma sostenible, afianzando su presencia en el territorio», destaca Mathieux Le Grix, Jefe de la División de Agricultura, Desarrollo Rural y Biodiversidad de la AFD.
El fortalecimiento de estos grupos beneficia a toda la sociedad. La justicia social, la cultura amazónica y el desarrollo económico compatible con la preservación de los bosques tienen un impacto directo en el clima mundial. La lucha contra la deforestación sigue siendo una prioridad con repercusiones globales.
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Un compromiso global
La cooperación internacional es un motor esencial para apoyar la bioeconomía en la Amazonia, ya que fomenta el compromiso, la sensibilización y las inversiones de envergadura mundial en estos territorios que son la cuna de la biodiversidad del planeta. El acuerdo entre Brasil y Francia propone una agenda innovadora, que contempla el desarrollo sostenible a través de las dimensiones social, económica y medioambiental.
En los próximos años, la actuación de la AFD en la Amazonia impulsará las inversiones transformadoras para la gestión sostenible de los bosques, luchando eficazmente contra la deforestación, revertiendo la pérdida de biodiversidad a escala internacional y contribuyendo a la lucha contra el hambre y la pobreza, con la naturaleza en el centro de las iniciativas públicas y privadas.
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Publicado el 27 enero 2025
